La diseñadora gallega Kina Fernández cierra la Pasarela Cibeles 2006
La Pasarela Cibeles 2006 terminó como empezó: con moda gallega. A la apertura por Antonio Pernas hay que sumar la clausura a cargo de Kina Fernández.
La propuesta de una veterana como Kina Fernández para la temporada primavera-verano 2007 pasa por la apuesta por una mujer más atrevida, fuerte y sexy, pero sin perder un toque femenino y delicado. Largos mini en vestidos, faldas, impermeables, y bajos tipo globo muy de los ochenta, década de la que ha tomado referencias la diseñadora gallega que sacó pantalones pitillo y vestidos ajustados que realzan el talle con anchos cinturones, y muchos corpiños.
Grandes aplicaciones y pedrería en una colección en negro, gris, azulón, rojo y ocres en los selectos tejidos que caracterizan a esta creadora que logró empaparse de conocimientos en la capital de la moda, París, antes de instalarse en su Galicia natal hace 25 años. Desde su centro de mando en A Coruña ha logrado subirse al carro de los triunfadores. Aunar el desarrollo de una empresa sólida y diseño personal no es tarea fácil. Kina continúa atenta a todos los cambios para no quedarse atrás.
Kina Fernández compartió el protagonismo de la última jornada de la Pasarela Cibeles 2006 con los más jóvenes diseñadores. El día tuvo un inicio de lujo con Alma Aguilar que en «Dejá vu...» recreó los años 50, llenos de sensualidad con vaporosos vestidos que parecen sacados de los armarios de Grace Kelly junto a otros que podrían formar parte del vestuario de Marilyn Monroe y pantalones ideales para ser lucidos por Katherine Hepburn. Prendas llenas de detalles en los acabados para vestir a una mujer delicada y seductora, con vestidos cortos, con can-can, que se ajustan a la cintura con anchos cinturones, exquisitas faldas de cintura alta, grandes lazos, amplias mangas ablusadas y rematadas con volantes. Éxito total del blanco, iluminado con estampados en rojo o verde y con rayas de estos tonos, para los pantalones de sport, de cintura dible que llega hasta el pecho.
José Miró vistió a las reinas del desierto con tejidos naturales que envolvió, recogió o anudo sobre el cuerpo femenino, enriquecido con espectaculares tocados de plumas. En «Belle me» se une el intimismo y lo étnico y exótico de los pinturas de finales del XIX.
En un mundo lleno de contradicciones no deja de sorprender el hecho de que Juana Martín haya confeccionado una colección totalmente en negro y que este color no aparezca en la de Carlos Díez. Con la actuación en directo de un grupo flamenco y la voz de Manuel Lombo, la cordobesa rindió homenaje a Federico García Lorca, inspirándose en «La Casa de Bernarda Alba» para presentar una colección en la que la mayoría de las prendas muestran la piel de la mujer, ya sea con transparencias, encajes o linos perforados. «He querido seguir mi pauta, pero con una visión más progre», comentó Juana Martín, que mostró una Andalucía más racial y menos folclórica con propuestas en las que no faltaron pantalones denim, de cintura baja, shorts, bañadores y triquinis.
Tejidos de punto para bonitas camisetas y vestidos, encajes, linos, tul, seda y gasa fueron materiales utilizados en una colección muy entallada para realzar el cuerpo y que fue aplaudida con el público puesto en pie. Y si el negro fue el color elegido por esta diseñadora, de él ha huido Carlos Díez que después de ganar la pasada edición el Premio L'Oreal quiere romper con la imagen que se tiene de él. «No quiero estar donde la gente se cree que estoy, en lo subterráneo. Es una colección con la que quiero estar en el cielo» y por ello la ha llamado «Dios ven a por mí». Rojos, verdes, azules, rosas para un estampado sorpresivo «y muy espiritual» hecho por él para vestir a hombre y mujer, al igual que el que en rojo y sobre fondo blanco simula el riego sanguíneo. También sorpresivo su estudio de chorreras y de las medias camisas asimétricas, diferentes y unidas, como las utilizadas en el único vestido de noche que sacó.
Diez, que mostró una línea vaquera que gustó, compartió desfile con Anke Schlöder. El trabajo de Pipilotti Rist, reina de las artes visuales, ha sido el que ha inspirado las propuestas de Schlöder que ha dejado en sus puntos huellas de quemado que incluso perforan el tejido, que también rompe y desgarra. Lo más novedoso, sus abrigos de gasa transparente de sastrería clásica.
En otro de los desfiles dobles, Juanjo Oliva y Carmen March, propusieron tendencias más urbanas. Oliva rescató y reinterpretó los aires futuristas de Courregues. Grandes botones, inmensas solapas desbocadas y combinaciones en blanco, amarillo y negro para una colección de largo mini. Carmen March mostró una continuidad de sus estándares de feminidad y clasicismo y se decantó por vestidos de punto que se ciñen y realzan la silueta, muy limpios o con frunces laterales. Gustaron las camisas masculinas, las gabardinas y su exageración de mangas farol o volantes en el hombro.
En un «Viaje al interior», María Lafuente eligió estampados florales, de fuertes colores o en tierras, encajes bordados y mangas voluminosas. Las transparencias, fundamentales como los volantes, los cristales de la Granja o las palabras serigrafiadas.
R.